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Amnesia: Capitulo 1 AU Argentina x Chile

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izhyoh's avatar
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Amnesia Argentina x Chile

Capítulo 1 ¿quién sos?


-0-

Quiero que ocurra algo que cambie mi vida de una puta vez

Son las cuatro de la mañana. Y el castaño da un suspiro aún con la colilla de cigarro en la boca, dejando atrás el ruido ensordecedor de aquel pub. Arrepintiéndose de haber ido. Ahora el castigo no valdrá la pena.
Él quería divertirse como los jóvenes de su edad lo hacían, la música estaba bien y todo, pero él no quería ver como chicos más jóvenes que él tenían relaciones entre toda la multitud borracha, ni ver como vendían droga descaradamente, ni los ladrones que robaban en la entrada.
Eso no era vida, era un infierno.
Algo choqueado salió, se alejó pensando que no volvería a arriesgar su pellejo sólo por querer "vivir la vida" como todos los demás.
Intentó parecerse a un adolescente de barrio bajo cualquiera, pero su manera de ser, incluso su ropa, era obvio que no era un punk de la misma racha.
Más de alguna muchacha se le acercó en busca de tragos intentando sacarle dinero, era demasiado claro que no pertenecía a ese mundo.
Se perdió entre las calles rogando no encontrarse con alguien, no estaba asustado, tampoco perdido pero…
-Por la chucha, por qué me vine a meter acá, weón-
Se mordió el labio, no podía llamar a su padre, lo mataría por escaparse de casa.
¿eso quería decir que no podía regresar?
Tampoco es que quisiese volver, por algo se arrancó ¿no?

Sus pensamientos se perdieron cuando escuchó aquellos gritos lejanos, le llamó la atención de inmediato un chico que venía corriendo por la acera de al frente y sin duda se quedó sin aire cuando vio como un auto lo estrellaba y lo mandaba a volar, por suerte no lo arrolló, pero el infeliz ni siquiera se detuvo a ver qué había chocado contra su parabrisa.

Los gritos cesaron y no vio a nadie aparecer ni tampoco alguna ayuda. Eran sólo él y el chico votado en la vereda.
Tragó saliva, mirando ambos lados nervioso antes de dar unos pasos lentos, a medida que se acerca se aceleró, llegando hasta el joven que sangraba profundamente de la cabeza.
-Por la mierda-
Revisó sus puntos vitales y soltó un suspiro de puro alivio al comprobar que aún vivía. Se sacó el pañuelo cuadrillé del cuello y limpió la sangre, esperando unos minutos antes de poder pronunciar alguna palabra.

-¿Estás bien?-

El rubio abrió los ojos empañados, pestañeando varias veces sin poder enfocar bien. Todo estaba borroso y la cabeza le retumbaba sin saber cuál es el motivo en realidad-
-Vos qué crees- responde de mala gana aún sin poder distinguir más que una silueta, el repentino mareo lo frustra.  
-Te atropellaron, por eso pregunto- el castaño acuclillado junto a él parece algo molesto por la reacción del rubio, pero eso no le importa en absoluto ¿qué se mete en sus asuntos? Si lo atropellaron, no le incumbe…
Espera.
¿Lo atropellaron?
-¿Qué?- dice aturdido en un murmullo, creyendo oír mal- vos estás loco, a mi no me han…-
Entonces su cuerpo parece ser por fin conciente de su estado y las punzadas en los huesos rotos y contusiones lo hacen aullar de dolor.
-¿Veí? Tenías toda la frente sangrando cuando llegué, te puse un pañuelo para que no siguiera pero…-chasquea la lengua- No es por ser mala onda, pero estai pa' la cagá-
Esa forma de hablar era extraña y el rubio se fijó más en aquel acento que en lo que le estaba diciendo.
-¿Ah sí?-
Sintió incertidumbre, ¿qué mierda había pasado con él?
-¿Para que me ayudas?-
-Weón, un borracho entero volado te chocó con su auto y ni siquiera se detuvo y no había nadie en la cuadra, era obvio que alguien tenía que ayudarte po-
-Uhg..-asintió a penas, viendo algo mejor, aunque el dolor en todo el cuerpo era insoportable- ¿y qué esperas?
-Ya llamé a la ambulancia, calmao' oh- sonríe.
Puede ver su sonrisa. Y es linda.
Es un chico un poco menor que él, de cabello café y tez algo clara, no puede ver más, aún está oscuro.
Pero su sonrisa.
Su sonrisa es cálida.
Los parpados le pesan y sus oídos se ensordecen, lo último que escucha es…
-¿Oe?… ¡oe, weón, no te duermas! Eh… cómo te llamai? ¡ ¡Pa' decirle a los pacos po!
-No sé- y cierra los ojos cayendo otra vez en la inconciencia.
-¡Puta la wea! Ahora más encima no se acuerda- suelta un bufido, mirando preocupado junto al rubio tirado a una orilla de la calle, sólo quiere que no muera. Se nota que es muy joven aún, de su edad quizás.
Le queda una vida por delante aún en estos barrios tan peligrosos.
Se saca la chaqueta negra y cubre el torso del muchacho. Está helado y la madrugada en Buenos Aires es congelante. Se frota las manos recuperando algo de calor y mirando hacia los dos lados de la calle desierta.
Sólo espera que la ambulancia llegue pronto.
-Por la chucha, ¿en qué me metí?-
Bueno, al menos, tiene una excusa para llegar a casa.

-0-

Abre los ojos sin sentir nada de su cuerpo, está totalmente adormecido hasta que su cerebro asimila toda la luz que hay en la habitación.
-La puta madre- se queja mientras se lleva la mano a la cabeza, entonces se hace conciente de un gran dolor en el hombro derecho, ahoga un grito. Nota que tiene bandas y yesos por todas partes. Se mira aterrorizado hasta que escucha una voz, que lo hace mirar hacia a la puerta que está entreabierta.
Hay un chico de cabello castaño, de chaqueta de cuero negro y jeans ajustados del mismo color, hablando con la pared -pestañea- o con la persona que está detrás- piensa entrando en lógica.
-¿Entonces, lo conoce?-
-No, ya le dije que lo encontré tirado en la calle-
-No llevaba identificación y el fuerte golpe que recibió en la cabeza por el impacto seguramente lo dejará con amnesia.
¿Amnesia?
La palabra retumbó en su cabeza, aturdiéndolo.
El chico en la puerta entristeció su semblante, obviamente sintiendo pena, lo que sólo enfadó más al argentino.
¡Amnesia mis pelotas! ¡él no había perdido la memoria, ni un poco! ¡sabía perfectamente que su nombre era…!
Era…
-Ay no-
Agachó la cabeza mientras la desesperación lo invadía, mordió sus labios con impotencia, reprimiendo un sollozo de pura rabia y… miedo.
No, no, no, no
¿Quién es él?
Entonces Martín nota que lo observan, levanta la mirada simulando indiferencia, extrañeza, como si recién hubiese despertando y no hubiese escuchado nada de la conversación del chico con el doctor.
Se topa con dos ojos oscuros y curiosos, pestañeando con inocencia, tanta, que llega a desconcertar al rubio.
-¿Quién sos?-
Pregunta como si nada, mientras el otro se apoya en el marco de la puerta, al parecer el doctor se ha marchado.
-Lo mismo digo. ¿Sabes quién eres?- se cruza de brazos
-No- es cortante, haciendo como si no le afectara aquel "pequeño" detalle.
-Aunque yo pregunté primero- se sienta intentando tener una posición más cómoda para entablar una conversación, grave error.
Las punzadas en las costillas son insoportables aún estando sedado.
-Ten cuidado- arquea una ceja severo- Tienes diversas quebraduras de huesos y daños internos, si eres muy brusco podría darte un derrame-
-Ugh ¿eso no lo debería decir un médico?-
-Da igual, yo sólo te decía- mira para otro lado aparentando indiferencia. El rubio hace un puchero.
-Te pregunté quién eras-
-Manuel. Manuel Gonzáles- respondió simple- no vale preguntarte…-lo examina- aunque no tienes cara de mala persona.
El chico tiene buena pinta, rubio, ojos verdes, cuerpo deportivo. El único problema es haberlo encontrado de aquel barrio.
-¿Vos crees?- baja la vista incomodado por la mirada de aquel chico, perdiéndose entre las arrugas de las sábanas blancas- No me acuerdo de nada, che, me gustaría recordar…-entrecierra la mirada ahogado un poco por la angustia.
Estos gestos no pasan desapercibidos por Manuel, quien deja su semblante frío y se acerca al chico, posando una mano suavemente en su hombro- No te sintai mal, weón- frunce los labios, compartiendo la tristeza del otro- Si ya vamos a saber quién eres, no te preocupí, yo te ayudo- le sonríe con ánimo, el otro desvía inmediatamente su vista hacia el castaño, fijándose en esa sonrisa…
Sólo ese hermoso gesto llena su mente vacía y en blanco.
-Al menos sabemos que eres argentino- comenta sin dejar de sonreír y el rubio ríe-
-Sos boludo jaja es más que obvio, estamos en Argentina- le sonríe radiante, y al chico de pie, a pesar de los diversos moretones, la cara hinchada y las vendas del rubio, esa sonrisa le parece linda.
-De todas formas po, yo nos yo de acá- se sienta confiado en la camilla -Y bueno po, hay que esperar que te den de alta.
-¿y que voy hacer?- le da desconfianza pensar en su incierto futuro.
-Uhm… bueno, a juzgar por las circunstancias en que te encontré, quizás lo mejor que te pudo ocurrir fue olvidar todo.
Y el chileno no sabe cuanta razón tiene, aunque debe admitir que quizás siente algo de envidia por el rubio, ya que él también tiene cosas que quiere olvidar.
Martín lo mira extrañado
¿a qué se refiere con cosas que es mejor olvidar?
-No te preocupí, vai a estar en buenas manos, eso te lo juro-

-¿Por qué sigues aquí?- su compañía no le molestaba, todo lo contrario, era lo único que podía encontrar seguro en estos instantes. Siguió tomando mate, fue lo único que aceptó que le trajeran de la cafetería del hospital.
-¿No te acuerdas de nada?-
El chico parecía insistir, sentando en el alfeizar de la ventana. El rubio podía distinguir que no era de baja sociedad, vestía muy bien. Lo que sólo lo hacía sentir peor ya que Manuel le comentó que su ropa terminó hecha harapos, toda rasgada con tierra mezclada con un poco de sangre. Aunque no le había contado nada acerca de las circunstancias y el lugar donde lo encontró.
-Nada-
Ambos curvaron los labios. Cero progreso.
Sólo el sonido del celular de Manuel interrumpió el silencio. El rubio arqueó una ceja al escuchar lo que podía distinguir como una canción de Sex Pistols.
-God Save The Queen- susurró mientras el chileno lo miraba algo perplejo y antes de contestar su teléfono comentó:
-A papá no le gusta que oiga esa música. A todo esto, es él-
Sólo cuando escuchó la voz de su padre, calló en la cuenta de que Martín al menos recordaba algunos detalles.
Con un rápido "Sí, voy para allá, bye dad" colgó y miró al argentino con intriga.
-¿Te gusta el Punk?
-No mucho-
-Al menos recuerdas algunas cosas ¿no?-
-Puede ser- se distrajo relamiendo su labio con nerviosismo y notar que no había nada allí- Che, mi piercing-
-Así que recuerdas detalles pero no gente- puntualizó mientras se acercaba a la mesita junto a la camilla y tomó el pequeño arete negro, entregándoselo a su dueño.
-Me tengo que ir-
Aquellas palabras hicieron temblar al rubio quien se colocó el arete reteniendo las punzadas de su labio hinchado.
-¿por qué?
-Mi papá está preocupado. No sabía nada de mí desde ayer. Pensé que me mataría por arrancarme pero ahora sólo está preocupado. Ahora tengo que ir a almorzar y de ahí vengo.
-¡Ah!- comenzó a lamerse el piercing, actitud típica de cuando estaba ansioso o inquieto- Así que como te escapaste de casa, ahora tener que ayudar a un pobre diablo atropellado es tu mejor excusa para no llegar a casa. Y luego regresar como un "héroe" para que no te castiguen- dedujo.
Manuel sonrió divertido
-Exacto-
-¿Estamos a mano?- sonrió cómplice y entonces el chileno negó con la cabeza aún sonriente.
-Aún me tení que acompañar a mi casa pa' que me crean po, weón-

-0-

"Durante la madrugada se encontraron trece cadáveres en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, sólo un sobreviviente gravemente herido, al parecer le habrían cortado la lengua…"

-Ah, este pelotudo-
Se terminó el café dejando la televisión prendida y fue directo a su habitación a vestirse, sabiendo que Luciano estaría desaparecido unos cuantos días antes de volver a lo suyo. Lo único quizás que le extrañaba era que Martín no había vuelto, ese rubio boludo era más descuidado que el moreno y prefería llegar como si nada contándole otra más de sus "hazañas".

"…Al igual que en el resto de asesinatos a traficantes de drogas o delincuentes menores a lo largo del año, no hay sospechosos"

Su concentración en lo que decía la reportera se perdió con el sonido de su celular que vibraba en el mesón junto a sus anteojos.
-¿Lu?- realmente te extrañó de que fuera él.
-Seba… ¿está Martín ahí?-

Y entonces el uruguayo supo que algo malo había ocurrido, no era cualquiera de las otras veces. Colgó y sin ni siquiera apagar el televisor y sólo tomando su mochila se fue en dirección al colegio, ahí se encontraría con el brasileño, y que rogara ese hijo de puta porque se iba a ganar un buen trompazo.

-¿Dónde está?- lo tomó de la camisa del cuello a penas lo encontró entre la multitud, nadie se extrañó, todos se preocupaban de gritar o simplemente hacer acto de presencia apoyando el bombo que tocaba animosamente un chico con un parche en la nariz, mientras un montón de chicos ponían carteles y se aseguraban de que las sillas bloquearan perfectamente la entrada de la escuela en toma.
-Eu no lo sé. Tranquilo- el chico lo tomó de las muñecas, tratando de calmarlo- eu le juro a voce, lo ví correr de unos tipos y nada más, eu me fui por otro lado-
-¡Boludo de mierda, me estás diciendo que está muerto, es mi primo, carajo!
-Eu lo sé. También es mi mejor amigo- logró zafarse de las manos del castaño claro -Debe haberse ocultado, ya aparecerá-
El ruido y los gritos de barra sólo alteraban más al otro, sabía que este día llegaría, las palabras de Luciano eran vacías, seguramente ni él se creía que Martín seguía vivo, en ese lugar de pandillas era simple. Te agarraban, te mataban. Y no había excepción a la regla. Aunque hizo un intento de relajarse cuando un par de chicos se le acercaron con unos sprays en la mano.
-¡Eh! Lu, Seba ¿se apuntan a darle un toque a esta mierda?-
El chico castaño sonriente los saludó enseñándoles más pinturas en su bolso abierto, mientras su compañero de rojo y cabello negro sacaba unas plantillas.
-Lo siento, Pancho, pero estamos de luto-
Sebastián se acomodó la mochila con los labios fruncidos, demostrando seriedad y de que no era una broma.
Luciano se puso su capucha intentando no ser él en dar la noticia mientras los otros dos abrían los ojos.
-Wow ¿en serio pe?- levantó las cejas realmente sorprendido- Jamás creí que lo fueran agarrar- comentó el pelinegro.
-Ni yo. Mierda, hermano, realmente lo siento- Francisco le dio la mano y luego le palmeaba la espalda
-No es nada, ahora sólo tengo que ir a ver si sé algo de él- se dio media vuelta realmente desanimado- Nos vemos
-Bueno, garotos, eu igual- les dio la mano a ambos- Pancho, Migue. Díganle a Pedrito que lo está haciendo genial- sonrió, aparentando como si la desaparición (y posible muerte) de su mejor amigo no le afectara en lo absoluto.
-Uhm… sí, se lo diré. Ánimo- sonrió triste viéndolo marchar y al instante ponerse un pañuelo en el rostro- Bueno, Migue, a hacer lo nuestro.
El otro sonrió e hizo lo mismo, hora de hacer arte.
Pronto marcaron la muralla con su firma.
La llama dorada y la tortuga de verde chillón profesionalmente dibujada sacaron aplausos mientras Pedro, aún parado sobre la reja seguía animando con el son del bombo protestando por algo justo.

-0-

Manuel regresó dos horas después del almuerzo, como era la clínica donde su madre trabajaba podía entrar fuera del horario de visitas. Venía algo amargado pues sus padres no se tomaron muy bien que haya llegado al otro día y sin avisar. Aunque su madre entendió lo del chico sin memoria y sonrió triste. Pidiéndole que por favor se hiciera cargo de él.
Su madre siempre había sido de un gran corazón, preocupándose del bienestar de todos. Aún no entendía cómo se casó con su padre, quien sólo se preocupaba de su trabajo y de sus seres queridos. Fuera de ese círculo, no le importaba pisotear a los demás.
Iba pensando en eso cuando se topó con una particular escena.
-Che, soy soltero y sin compromiso- sonrío galán apoyado en la pared guiñando un ojo- ¿Y ustedes, hermosas? Aunque de todas formas, no se preocupen. Un caballero no tiene memoria- selló sus labios con un dedo.
Las enfermeras reían cautivadas por la actitud de aquel rubio.
-Las vendas te lucen re bien- comentó una, sonrojada.
-¡Sí! Además con esos ojos y ese aro en el labio, sos encantador- decía otra.
-¿Pero seguro que no te duele? Tenés los labios hinchados- dijo la tercera.
-Son de tanto besar, amor- se acercó al rostro de la chica insinuante, al punto de hacerla derretir, para luego erguirse y reír coqueto.
Entonces notó la presencia del castaño y su actitud cambió drásticamente, afirmando sus muletas.
-M..Manu- ahora no eran las chicas las nerviosas. Si no, él. Por su lado, las enfermeras se retiraron algo alteradas de que las vieran sin trabajar.
-…- una venita resaltó en la frente del chileno y arrastró las palabras- Así que ya estás mejor-
-Ehm… sí- la voz le tembló mientras se acercaba al otro ayudado de las muletas, cojeando. Tenía el pie derecho enyesado, vendas en el hombro, en las costillas y en el brazo izquierdo, sin con el esguince en el cuello -¿cómo estás?
-Bien- apretó el tirante de su mochila, indiferente.
-¿Cómo te fue con tu viejo?-
-Bien. Y no es viejo. Tiene treinta y dos- lo miró feo y luego bufó pesado- Filo, te traje ropa.
Martín se puso a sacar cuenta de la edad del castaño con sus dedos si su papá era tan joven.
-Ven po- lo llamó desde la entrada de la habitación- Además, estai recién atropellado, cómo tan weón pa' pararte-
El rubio entró con las cejas alzadas. No entendiendo por qué el mal humor del chico.
-Cálmate. Es que no aguanto estar encerrado mucho tiempo.
-No te cuidas- lo miró estricto mientras se sentaba en la camilla y abría su mochila sobre las piernas- Por eso te pasan estas cosas.
-¿Por qué te preocupas tanto?-
-Porque mi mamá me dijo que me salvaría del castigo si me encargaba de ti- dijo no muy contento- Así que me las tengo que dar de buen samaritano como hijo de médico que soy.
-Ah- bajó la mirada, se desanimó bastante por aquella respuesta. Él no quería ser una molestia. Pero no era su culpa no recordar nada. se sentía inútil y tan sólo podía evitar los pensamientos depresivos y casi suicidas distrayéndose con salir y coquetear. Quería mantenerse ocupado.
Manuel miró al rubio cabizbajo y frunció los labios. No quería hacerlo sentir mal, sabe que fue duro. Carraspeó cambiando el tema.
-Te traje esto- sacó unos blue jeans, una camisa cuadrillé celeste, calcetines y zapatillas negras.
Martín levantó la vista y los ojos le brillaron, acercándose como un niño a quien lo acaban de sorprender con un regalo.
-Wow!! Esto es ropa de marca, boludo! ¿Dónde la conseguiste?-
-Es mía- contestó simple
El rubio pestañeó incrédulo
-¿Quién sos?
-¿Eh?- el chileno lo miró confundido- ¿ya se te olvidó? Estai mal, weón- frunció el ceño
-No, boludo- rió- Me refiero que de dónde sos. Es decir, no cualquiera tiene esta ropa- estiró la camisa.
-Mis padres tienen dinero. Mi papá es empresario y mi mamá médico- respondió como si nada y luego de una pausa dijo-Anda, es tuya-
-¿Qué?-
-Que te la regalo, aweonao-
Al rubio le faltaron segundos para reaccionar.
-¡OH! Manu sos lo más!!- saltó sobre el chileno de emoción, olvidándose del dolor, lo abrazó del cuello tumbándolo bajo suyo- Mil gracias, boludo!-
-¡Ctm!-
Manuel se sonrojó con el ceño fruncido, tener aquel rostro, esos ojos tan brillantes al igual que esa sonrisa tan cerca era incómodo. Se avergonzó sin saber por qué.
-S..suéltame, si no es para tanto- correspondió simulando querer sacárselo de encima cuanto antes- Oye, me estás ahogando-
-Lo siento- se separó sentándose aún lado con una sonrisa que irradiaba infantil felicidad- Muchas gracias- sonó dulce- Me alegra tenerte a mi lado-
El castaño se reincorporó y lo miró con una ceja alzada, aún ruborizado
-No le dís tanto color, oh-
-De verdad…- le tomó las manos delicadamente, Manuel se quería morir cuando el argentino entrelazó sus dedos- Vos sos lo único que llena mi mente desde que desperté.
¿Aquello era un cumplido?
Como fuera, el Gonzáles no podía soportar tanta cursilería.
-Así que por eso las minas te pescan tanto-
-¿Eh?-
-Le pegai al habla, a puesto que eres de esos weones que chamullan con puras palabras para cautivar a las minas.
Martín rió divertido sin creerlo, el chileno hizo un mohín pensando en que se estaba burlando de él.
-Vos no sos una mina, tampoco te estaba tratando como una -sonrió pícaro- pero si vos querés…- se acercó al rostro del chileno aún más de lo que había hecho con la enfermera, haciendo que su aliento chocara con el del menor casi rozando sus labios y luego se alejara rápidamente, soltando una carcajada al ver la expresión choqueada del otro. Con los ojos abiertos como platos y la mejillas rojísimas.
-W…weón! Qu…qué mierda!- se levantó indignado-
-Jajaja, era joda, che- sonrió radiante, mientras se levantaba y se sacaba la ropa allí mismo para ponerse la nueva ropa, ignorando el dolor y también la presencia del chileno, quien se sonrojó evidentemente al ver como el rubio se iba a quitar los calzoncillos.
-¡Para!- miró para otro lado tapándose con un brazo inconcientemente.
-¿Eh?- lo miró con duda, deteniéndose- ¿Qué tiene? Somos hombres- ladeó la cabeza.
-Yo… yo te espero afuera- se levantó mirando el suelo y a paso rápido hacia la salida-Te ves bien- se le trabó la lengua con eso, sonrojándose aún más- ó sea, no estás tan machucado como pensé- se corrigió- así que hablaré con el doctor para que te de alta, así que apúrate, porque nos están esperando afuera.
-¿Esperando?-
Pero no hubo respuesta, Manuel salió de la habitación, esperando que el argentino no se diera cuenta de su incomodidad.
No es como si se hubiese puesto nervioso por ver ese atlético y atractivo cuerpo. Claro que no.
-¿Quién?- pestañeó mientras se vestía, incrédulo.
____________________
Fín del Capítulo
[link] <--Prólogo | Capítulo 2 --> [link]

ooooh por fin lo hice >w<!!!
dale, acá está el primer capi de este fic owo
por fin algo más realista xD tenía ganas de poner críticas sociales everywhere, últimamente han pasado muchas cosas que me dejan pensando y pensé escribir algo relacionado con mis puntos de vista.


¡Espero les guste! cualquier crítica, opinión o sugerencias es bienvenida >w<!

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Los personajes NO me pertenecen, sino a sus respectivos dueños.
© 2012 - 2024 izhyoh
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Eiko-Yoshida's avatar
*-* Que hermoso! :heart: